OBRA INTERIORISME B O N A V I S T A
imatges de la construcció de la mampara d'accés.
Col.laboració amb MEDIODESIGN







































































SISTEMAS ABIERTOS
(publicació MASTER de la GEOMETRIA A L'ESPAI CONSTRUÏT)



La rapidez convierte en efímeras las desiciones. La arquitectura no está al margen de las prisas con las que nos obsequía la globalización. Durante el período de gestación de un edificio se modifican las premisas de las cuales se partía e incluso se cambía el uso principal de la futura construcción. Nada es seguro y todo es efímero. No hay ningún rincón tranquilo en la profesión de la arquitectura que viva al margen de esta vertiginosa velocidad.
Paralelamente la máquina mediática consagra edificios a la misma velocidad que los entierra. Hay una cierta obsesión por la arquitectura “pastel”. Se beatifican obras que su mayor virtud es una gran mentira. Bromas de mal gusto que calan en la opinión pública y en la de los políticos. Elementos como la estructura o el programa funcional pasan a un segundo plano eclipsados por la forma o el material. En los últimos años, propiciado por la euforia económica, España ha comprado toneladas de pastelería arquitectónica, algunas de las cuales ya se les está estropeando la nata. Grandes edificios del Forum 2004 de Barcelona, de la exposición de Zaragoza o de la Copa América de Valencia están volviendose agrios a la espera de una reconversión o de su deconstrucción. El objetivo de estos edificios parece haber sido simplemente la fotografia de su inauguración. El planteo de su estructura interna, funcionalidad, flexibilidad, ratios de circulaciones, orientaciones solares incluso su ubicación urbanística carecen de la solidez mínima para poder sobrevivir el paso de su primera década de vida. Afortunadamente la crisi económica nos ha hecho pasar página y redefinir la escala de valores. El urbanismo no se escapa de esta redifinición. La famosa y laureada sostenibilidad pasa en primer lugar por un buen diseño del territorio. El pánico a la edificación en altura ha provocado un consumo despiadado del territorio, un mantenimiento imposible y una necesidad de infrastructuras que augmenta exponencialmente. Como anunció la publicación británica The Economist: “The party is over”.
La edificación y el urbanismo no son efímeros por definición, luego uno de los principales valores tiene que ser su visión de futuro, su posible adaptación a otros usos o criterios. El crecimiento de una población no se puede basar en la sucesión de pequeños planes parciales cada uno con sus propias directrices. El urbanismo debe prever crecimientos o decrecimientos extremos más allá de la realidad de cada momento. El proyecto debe ser suficientemente flexible como para incorporar posibles intereses ecónomicos inesperados (areas industriales, intereses turísticos, zonas resindenciales) sin desvirtuar el objetivo final. Su fuerza estará en la planificación a largo y corto plazo, permitiendo dar el mejor soporte urbanístico a las necesidades de cada momento sin desvirtuar el proyecto global. El proyecto urbanístico caduca en el momento que plantea una lógica cerrada que llega hasta el punto de definir aspectos formales de la edificación. És inviable pensar que la regulación de la totalidad dará algún resultado estimulante o perdurable. La maqueta de este gran error de planteo se está gestando en la plaza Europa del Hospitalet del Llobregat, donde las edificaciones se elevan sobre un trazado en planta totalmente arbitrario cuya lectura no se traslada a la volumetría del conjunto. Una lógica cerrada no hubiera permitido sobrevivir una ciudad como Manhattan, donde el sistema permite adaptarse al paso del tiempo manteniendo siempre su interés y condiciones de uso. En este barrio de Nova York el urbanismo es el soporte donde la ciudad crece, decrece, cambia de aspecto o simplemente se adapta a las modas de cada momento, manteniendo siempre el atractivo en todos sus aspectos. El urbanismo es un sistema abierto a modo de pentagrama musical dónde su gran mérito será acertar en las premisas básicas del compás y la armadura que marcarán el tono y carácter del futuro. La edificación se insertará con la misma libertad de las notas musicales pudiendo definir pasajes lentos o rápidos, bellos o mediocres pero siempre formando parte de una misma composición de caráter inacabado.La lógica del sistema abierto tiene que ser fractal. Desde el planemiento de país hasta una pequeña intervención arquitectónica debe apoyarse en los mismos pilares ideológicos. La arquitectura carece de consistencia cuando sus principales atributos son bromas formales. La sostenibilidad arquitectónica pasa por proyectar a largo plazo sobreviviendo al paso del tiempo con la misma frescura del primer día. El tiempo castiga sin vacilaciones y sentencia la falta de rigor. Las bromas deben dejarse para los humoristas y la arquitectura tiene que poner rumbo hacia el rigor y la seriedad. Qué nos aporta una fachada más o menos colorista? Qué nos aporta un voladizo más o menos espectacular? Qué interés tiene que los pilares parezcan árboles? Qué nos aportan las soluciones sostenibles en un edificio mal orientado? Debemos darnos cuenta que esto va en contra de nuestra profesión. La arquitectura debe apostar por sistemas abiertos que permitan adaptarse a las necesidades de cada momento sin desbanecerse por el camino.